Por otro lado, los conos de cenizas son volcanes constituidos por fragmentos de lava proyectada al aire que parecen ceniza o escorias cuando se van enfriando. Estos fragmentos pueden tener tamaños muy variables, pero normalmente toman el tamaño de un guisante o una nuez. Un ejemplo es el cono Parícutin, en México.
Finalmente, los volcanes más peligrosos de la Tierra son los conos compuestos o estratovolcanes. Se trata de estructuras enormes casi simétricas, compuestas tanto por lava como por depósitos piroclásticos.
Aunque cuando son jóvenes expulsan piroclastos y lava de la chimenea central, a medida que van madurando la lava surge de las fisuras de los flancos del cono.
Un buen ejemplo de este tipo de volcanes es el Vesubio, en Italia, el cual sepultó la ciudad de Pompeya en el año 79 dC. Otro ejemplo, que nos queda más cerca, es el volcán del Teide, en las Islas Canarias.
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