2. Mejoran con el recuerdo: un viaje, una visita, un concierto o cualquier experiencia
siempre dejan un recuerdo, incluso, esa experiencia puede mejorar en el recuerdo. Sin
embargo, un objeto no deja recuerdo y puede deteriorarse con el tiempo.
3. Forman parte de uno mismo: aunque nos compremos el bolso que siempre nos ha
gustado, un vestido que nos sienta fenomenal o el mejor videojuego de la historia, al
fin y al cabo, los objetos son ajenos a nuestra persona. Una experiencia es algo que se
vive en primera persona y que, por tanto, siempre formará parte de tu vida y de tu
historia. De hecho, algunas experiencias, pueden cambiar el rumbo de tu vida o
cambiar tu forma de pensar.
4. Se comparten: las experiencias pueden vivirse con seres queridos que aumentan la
felicidad, el hecho de poder compartir algo único o que vivirás una vez en la vida te
unen de una forma especial con las personas que lo vives. Sin embargo, la conexión
que puedas sentir por compartir un simple objeto no es comparable.
Desde Musement acosejan, además de gastar en experiencias que puedan enriquecer
tu vida, tratar de vivir cada destino como si fuese tu ciudad “es mucho más gratificante
y enriquecedor viajar como si fueses gente del lugar puesto que te permite conocer
lugares únicos y desconocidos para muchos turistas”, puntualiza Letizia Stok, Country
Manager en España de Musement.