Mediante el sigilo y utilizando las sombras de forma inteligente, Garrett (o el jugador, que viene a ser lo mismo) deberá hacer justicia robando a los miembros de la clase alta para ayudar a los suyos y a los más desfavorecidos de la sociedad.
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Thief nos ayuda a vislumbrar las posibilidades de las consolas de nueva generación, especialmente si nos fijamos en los rostros, juegos de luces, sombras y reflejos, lo que en un juego de este género resulta fundamental.
Sin ofrecer la libertad de un sandbox (juegos desarrollados en mundos abiertos, cuyo argumento se construye a partir de las acciones del jugador) sí ofrece diferentes opciones para lograr un mismo objetivo, así como diferentes maneras de lograrlo. Así, podemos optar por el sigilo absoluto, aprovechando la oscuridad y las distracciones, o lanzarnos en ataques más directos, lo que siempre conlleva algo más de riesgo.
En definitiva, podemos decir que estamos ante uno de los primeros lanzamientos realmente potentes en el catálogo de las consolas de nueva generación, una experiencia obligada si queremos ir comprobando como los desarrolladores empiezan a descubrir el potencial de las nuevas consolas. Si, además, resulta que se trata del renacimiento de una franquicia que, junto al legendario Metal Gear Solid, instauró el género del sigilo, estamos de enhorabuena.