Una característica a destacar es que muchos de ellos tienen la capacidad de emitir luz gracias a la transformación de una proteína llamada luciferina, lo que se llama como bioluminiscencia, utilizada para atraer a las presas, distraer a los depredadores y para comunicarse con sus congéneres.
Otros son luminiscentes porque albergan bacterias simbiontes que lo son. Un caso muy curioso es el de unos peces que pueden emitir luz roja, lo que les permite acercarse a sus presas sin que ellas les vean.
Debido a la dificultad que hay para encontrar pareja en la profundidad, pues hay poca abundancia de organismos, han tenido que adaptar también la reproducción: emiten luz, sonidos o feromonas para atraer a su pareja; son hermafroditas o bien mantienen relaciones de pareja de larga duración. Hay un caso extremo, el del pejesapo (en la foto), en el cual el macho es diminuto y vive pegado a la hembra.