Si sospechas que tu uña no está creciendo como debería y que una de sus esquinas (o ambas) están empezando a enterrarse, intenta frenar el problema tratándola de la siguiente manera:
1. Pon tus pies en remojo, sumergiéndolos unos minutos en agua templada a la que habrás añadido un puñado de sal gorda.
2. Sécalos escrupulosamente.
3. Desinfecta aquel instrumento con el que vayas a cortar las uñas (con un algodón empapado en alcohol). Utiliza preferentemente un cortauñas en lugar de tijeras.
4. No intentes liberar la uña con el pico de las tijeras (podrías empeorar la lesión). En los casos leves, cuando la uña aún es «salvable», coloca bajo el extremo de la uña que aún está sólo ligeramente enterrada, un minúsculo pedacito de algodón empapado con alcohol o betadine (se trata de intentar corregir, así, la dirección de crecimiento de la uña).
5. Utiliza calzado cómodo, que no oprima el pie.