Pero si queremos darnos una tregua con el sol y la sal del Adriático no podemos olvidarnos de visitar las Murallas de Dubrovnik, construidas en el siglo XIII y evocadoras de gestas históricas, puesto que fueron claves en la defensa de la ciudad contra los turcos, allí por el siglo xv. Por favor, antes de llegar a la cima de la muralla, prepara tu cámara porque las vistas de la ciudad y el mar son impresionantes.
El patrimonio histórico y arquitectónico de Split es abundante y rico. El próximo paso puede ser la Catedral barroca que data del 1713. Se construyó después de un destructivo terremoto y hoy es el hogar de un ingente tesoro de reliquias religiosas, íconos y pinturas de valor patrimonial incalculable.
La cita con un pasado que aún sigue palpitando puede continuar por el Monasterio de San Francisco. Data del siglo XIV y ofrece uno de los claustros más bellos de Europa del Este. Sus muros guardan algunas curiosidades que funden el pasado y el presente, tal es el caso de una farmacia que funciona ininterrumpidamente desde 1317 y cuyo tesoro particular es su vetusta biblioteca de medicina.
Colindante con el centro histórico, el puerto desprende su propio espíritu. Si quieres aprovechar para llevarte algunos recuerdos, este reúne gran cantidad de tiendas y mercadillos.