Los caminos de la fama son inescrutables, más todavía con el incontrolable crecimiento de las redes sociales. No existe una fórmula exacta que determine qué es lo que hace conectar un contenido con los internautas. La originalidad y la ruptura con los esquemas establecidos, eso sí, suelen estar a la orden del día.
El caso de Benjamin Bennett es especialmente particular; resulta más difícil de analizar si cabe. Se trata de un youtuber que inició su camino en la plataforma en diciembre de 2013. Desde entonces, y tras más de 240 vídeos publicados, la cifra de sus suscriptores ya supera la barrera de los 56.000 seguidores y sus vídeos cuentan con una media de 40.000 reproducciones.
Un youtuber de cierto éxito si nos detenemos en sus cifras, que nos deja estupefactos, sin embargo, a la hora de pulsar el play de cualquiera de sus vídeos. Pero ¿por qué?
Porque consisten nada más y nada menos que en permanecer quieto, sentado y sonriendo, durante horas delante de una cámara. Y a la gente le ha gustado, desde luego. Los números están ahí. Nadie le puede criticar falta de originalidad.
