Veremos que las cosas son… lo dicho, más complejas que eso. Los nombres de estas mujeres son alias que ellas eligieron, así que no se hacen publicidad por el hecho de aparecer en el estudio.
Kate
Kate (treinta y pocos) solo había trabajado unos meses como trabajadora sexual cuando participó en estas entrevistas, para pagar sus deudas antes de quedarse embarazada. Con anterioridad había tenido problemas para experimentar placer con sus parejas masculinas, porque le daban «miedo» y «se tenía que obligar a sí misma» a hacerlo. Pensó que iba a ser similar y que odiaría cada segundo, pero para su sorpresa su primer cliente le resultó «muy atractivo». «No podía entender que no tuviera cien novias deseando pasar la noche con él. No me lo creía. Pensé: ¿es una broma? Era un entrenador personal y ‘stripper’ tuve el mejor sexo de los últimos diez años (sonríe). Casi no podía aceptar el dinero».
Los siguientes no fueron una lotería semejante, pero del siguiente dice que era «muy dulce y encantador» y que estableció con él una «amistad fabulosa». «Tiene tanto sobrepeso que no puede hacerlo con penetración», pero dice también que «es realmente buen amante en otros aspectos, sabe lo que hace y me da mucho placer». Además, dice que ese distanciamiento (que no hubiera la conexión emocional que sí experimentaba antes con sus parejas) le ha ayudado a dejarse llevar.
Natalie y Melina
Tampoco a Natalie podemos meterla fácilmente en el saco de las explotadas, al menos según lo que dijo a la investigadora. Ella tiene alrededor de 35 años pero no es novata, lleva más de diez como trabajadora sexual. Dijo a Smith que prefiere a hombres, sobre todo a trabajadores manuales. Prefiere no contarle a sus novios esta parte de su vida. «A veces el tipo con la pinta más imbécil del mundo puede hacer que te corras, y es más probable que ocurra cuando estoy soltera que cuando tengo una relación».