La sensación que se experimenta durante uno de estos orgasmos es muy diferente a lo conocido, señala Anami en una entrevista con Cosmopolitan. Si el orgasmo vaginal o el clitoridiano son como escalar una montaña, la sexóloga compara el cervical con atravesar una cordillera, debido a la gran cantidad de subidas y bajadas que se experimentan durante el acto sexual. Algo que lo asemeja al sexo tántrico, que se basa no tanto en seguir un camino recto y rápido hacia el clímax sino en retrasar este todo lo posible para alcanzar una mayor intensidad. Según Anami, todas las mujeres pueden conseguirlo con tiempo y esfuerzo, hasta el punto que, como ella, lo alcancen simplemente con una caricia de su pareja en la oreja o susurrándole tiernamente. O, al menos, eso asegura.
Como cabe esperar, no todo el mundo está de acuerdo en considerar esta clase de orgasmos como algo especialmente innovador ni esencialmente diferentes a un orgasmo vaginal. Es el caso de, por ejemplo, la sexóloga Betty Dodson, que en una respuesta a una consulta, explica que en su opinión los conocidos como orgasmos cervicales o uterinos no son más que otras forma de llamar al viejo orgasmo vaginal, sólo que de forma un tanto diferente. Lo cual tiene un problema, a juicio de la sexóloga: que provoca que volvamos a centrarnos en el sexo vaginal que tan malos resultados tiene en lo que respecta a la satisfacción de las mujeres, sobre todo en comparación con el del clítoris.