El problema está en que no siempre es fácil relacionar ese alimento con la dolencia, porque, a diferencia de lo que ocurre con una alergia, los síntomas pueden aparecer pasados unos días tras su consumo.
El test de intolerancia alimentaria es un método efectivo para detectar qué alimentos pueden no resultar beneficiosos para nuestra salud. No hay que alarmarse y recurrir a uno de estos test simplemente porque nos haya sentado mal una comida, pero sí puede ser recomendable cuando se dan una serie de dolencias de origen desconocido o cuando la digestión resulta «pesada» de manera habitual.
El test es muy sencillo. Basta con realizar un análisis de sangre, siempre en un centro o clínica que realice un test homologado. Una vez realizada, esta prueba dejará al descubierto qué alimentos te provocan intolerancia y, por tanto, es mejor eliminar de tu dieta.
Los test de intolerancia, en principio, no tienen nada que ver con la obesidad. Prescindir de un alimento porque tu organismo lo rechaza, no implica necesariamente una pérdida de peso (aunque puede darse) sino, únicamente, una mejora en tu salud y bienestar.