Tensión sexual no resuelta

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Se lo conté a mis amigas y no me creyeron: «Oye, en serio, que me hace ojitos». «¿Pero tú has visto a los pibones con los que se lía ese hombre?», me respondieron. «Bueno, pues serán paranoias mías», contesté. Pero no, no lo eran. Porque se ponía nervioso cada vez que me veía, porque nunca sabía si abrazarme, o darme dos besos, o chocarme la mano, porque con unas copas de más me susurraba al oído todo lo que le gustaría hacerme, y yo a él. La cosa es que nunca ninguno de los dos nos atrevimos a dar el paso, y mira que pudimos hacerlo veces. Era una fantasía demasiado poderosa como para que se convirtiera en realidad.

Luego está el tema de las parejas y el grado de fidelidad que se les guarde. Porque cuando hay una TSNR muy grande, y muchas ganas de resolverla, pocas veces nos acordamos de nuestros novios/as. Y si nos acordamos, es para cagarnos en ellos. No dejarse llevar por el cuerpo en estos casos es difícil, por lo que es fundamental aprender a gestionar nuestros asuntos pendientes y evitar tentaciones. Quedarse con las ganas no siempre está tan mal.

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