“Las nuevas tecnologías sexuales radicales, que llamamos «digisexualidades», están aquí”. Así comienza el párrafo introductorio a un nuevo estudio realizado por un grupo de investigadores de la Universidad de Manitoba, en Canadá. Así pues, los “digisexuales” han llegado para quedarse, como bien han publicado estos expertos en la revista Journal of Sexual and Relationship Therapy.
Si bien no concebimos el mundo más allá de la heterosexualidad o la homosexualidad, llegará un nuevo grupo llamado “digisexuales”, que solo se sentirán atraídos por las nuevas tecnologías, en forma de robots.
«A medida que las tecnologías sexuales avancen, su adopción crecerá y cada vez más personas llegarán a identificarse como ‘digisexuales’, es decir, personas cuya identidad sexual primaria proviene del uso de la tecnología”, según el profesor Neil Mccarthur, coautor del estudio y director del Centro de Ética Profesional y Aplicada de la universidad canadiense.
De hecho, en los últimos 10 años, la industria de los robots sexuales ha dejado de ser algo extraño. En Barcelona, por ejemplo, se inauguró el primer burdel de muñecas sexuales, mientras que las empresas asiáticas que fabrican ‘robots de consuelo’ ganan hasta 150.000 euros al mes.
Implicaciones éticas
“Los médicos deben estar preparados para los desafíos y beneficios asociados con la adopción de tales tecnologías sexuales. Para seguir siendo éticos y viables, los médicos deben estar preparados para trabajar con clientes que participan en digisexualidades. Sin embargo, muchos profesionales no están familiarizados con tales tecnologías, así como con las implicaciones sociales, legales y éticas”, rezan los investigadores.