Una de las lecciones más importantes que aprendió en los talleres fue el uso de las tres palabras mágicas: “Sí”, “no” y “espera”. Muchas veces se nos olvida la necesidad de comunicarnos durante el sexo, de negarse cuando faltan las ganas, de conocer mejor los gustos de nuestra pareja y hacerlos realidad. Losada lo explica elocuentemente: “Si una mujer nunca dice que no, ¿cómo puedes decir verdaderamente que sí?”. De la misma forma, aprender a esperar en la cama puede ser un cambio importante pues “ellos tienden a acelerarse”: “Cuando disminuye la velocidad, recibes el doble de placer”, asegura.
Descubre el poder del clítoris
Cada vez hay más hombres que buscan comprender cómo funciona el placer femenino. Y gran parte del temario tiene que ver con el conocido como “botón del placer”. En estos talleres, el hombre permanece vestido para que no se le vaya el santo al cielo y pueda concentrarse en lo que de verdad importa: cómo excitar el clítoris. “Los puntos clave son usar lubricante y no acariciarlo con más brusquedad que con la que tocarías tu propio párpado. La parte superior izquierda es la más sensible. En definitiva, es como aprender a tocar un instrumento”, asegura la autora.
Deja de fingir
La pareja también tuvo varias sesiones con un experto del sexo tántrico, con el que indagaron en la necesidad no solo de hablar sobre las sensaciones del cuerpo, sino también sobre la falta de ellas. “Esto es especialmente difícil para muchas mujeres, ya que al querer tranquilizar al hombre somos propensas a exagerar nuestros signos de placer”, afirma. Esto suele ser perjudicial, no solo para ellas, sino también para ellos, pues nunca reciben ‘feedback’ constructivo. No importa lo difícil que sea, añade Losada, la honestidad ha de ser siempre el punto de partida.
Proponte desafíos
En este tipo de aventuras sexuales en pareja se experimenta mucho. Por ejemplo, el novio de Losada decidió aceptar el reto de no eyacular durante un mes. Al parecer, señala ella, fueron los 30 días con el mejor sexo de su vida, el más conectado. No lo hicieron por problemas de incontinencia ni porque quisiesen durar y durar como los actores porno, fue para aprender.