Para ello, lo primero que hay que hacer es sentarse uno enfrente del otro mirándose a los ojos. Una vez así, se empieza a acariciar el cuerpo de la persona que tenemos delante, siempre uno frente al otro y sin dejar de lado la respiración. «Es muy difícil mantener la mirada, nos suele provocar mucha vergüenza», comenta Gallotti. Prestar atención a la respiración es clave para equilibrar los cuerpos, para relajarlos y para que así «el sexo empiece a ser algo tranquilo, sosegado y no una competición», añade.
Por otro lado, y a la vez que acaricias el cuerpo de la pareja, hay que detenerse en otras partes del cuerpo en las que quizá nunca habías reparado, pero sin dejar de lado la armonía de las respiraciones. De esta forma, se potencian mucho más los sentidos y puedes, por tanto, sentir más placer en todo el cuerpo y no sólo en los genitales. También son aconsejables los masajes, pero no los relajantes, sino los estimulantes. «El objetivo no es desconectar sino aumentar la excitación, pero no de una forma rápida sino progresiva, poco a poco y siendo consciente de lo que se hace y se piensa en cada momento». Así, se disfrutará del placer de todo el cuerpo, e incluso se puede llegar a tener otros orgasmos. «El clímax está en la mente», defiende el profesor Jiménez.