El último año de carrera, un profesor me exigió un trabajo final de investigación como condición para ponerme una Matrícula de Honor en su asignatura (yo no sabía ni que existían). Como el hombre sabía de mi enfermiza afición a los relojes de pulsera me propuso hacerlo sobre Swatch. ¿Por qué? Ahora os lo contaré.
[pullquote]Swatch se convirtió en el ‘Mesías’ de la relojería suiza al concebir el reloj como un elemento más con el que ir a la moda[/pullquote]Swatch es posiblemente el Mesías de la relojería suiza. En los años ochenta, los relojes suizos dominaban el mercado a sus anchas con sus buenos acabados y sofisticadas complicaciones, un monopolio que se fue al garete con la introducción de los relojes digitales japoneses. Más baratos, sin mantenimiento, funcionales y con infinidad de gadgets (recordad el artículo de James Bond).
Fue el declive de la relojería suiza, gran cantidad de firmas tuvieron que cerrar por ser incapaces de competir con los nuevos actores del mercado. Entonces surgió Swatch, un reloj 100% suizo pero barato, de estilo desenfadado y de mantenimiento casi nulo (cuarzo).