Estar sentado en una tabla en medio del mar, rodeado de nada más que agua, es una sensación inexplicable y que deja una sensación de sosiego igualable por muy pocas disciplinas deportivas.
Tan solo es necesario ir a ciertos lugares del norte de la Península y ver a un ejecutivo saliendo a toda velocidad de su trabajo para coger su tabla o a un grupo de adultos aprendiendo a surfear en una escuela de surf para ver que el surf engancha, y mucho.
La unión del surf entre deporte y naturaleza es, desde luego, única a la hora tanto de ejercitar el cuerpo como de liberar la mente de todo el estrés o la carga de trabajo de cada día.
Como sobre todo ocurre en las grandes ciudades, salir del trabajo para entrar a un gimnasio cerrado no tiene tanto de desconectar como ir hasta el mar y zambullirte en las muchas o pocas olas que pueda haber.