Si es necesario, nuestro organismo tiene la capacidad de generar ciertos aminoácidos a partir de otros. De los veinte que participan en la síntesis proteica sólo ocho no son sintetizables (o al menos no se encuentran en cantidades suficientes) y por ello se definen como aminoácidos esenciales.
Para que la síntesis de proteínas se produzca, las concentraciones relativas de aminoácidos esenciales deben ser óptimas. Si se encuentra un déficit aunque sea sólo en uno de ellos (aminoácido limitante) la síntesis proteica se vuelve ineficaz.
Son denominados esenciales aquellos aminoácidos que el organismo humano no puede sintetizar en una cantidad suficiente para satisfacer sus necesidades. Para el adulto son ocho: fenilalanina, isoleucina, lisina, leucina, metionina, treonina, triptófano y valina.
Durante el período de crecimiento, a los ocho mencionado hay que añadir un noveno, la histidina. En este período de la vida, la demanda de este aminoácido es, de hecho, superior a la capacidad de síntesis endógena.
Son considerados aminoácidos semi-esenciales la cisteína y la tirosina, ya que el cuerpo los puede sintetizar a partir de otros dos aminoácidos esenciales (metionina y fenilalanina).