Al cruzar el caudaloso río Ob, llegaremos a la ciudad de Novosibirsk, importante centro industrial y cuna del teatro más grande del país. El impresionante Ob recorre unos 2.000 kilómetros antes de desembocar en el Ártico y durante los meses de deshielo sus generosas aguas nos permiten recorrer Siberia en barco.
Hablamos de una zona que estuvo en la mira de Estados Unidos durante la Guerra Fría, puesto que a las afueras de Novosibirsk se encuentra Akademgorodok, bautizada como la ciudad del conocimiento. Esta denominación deriva de que en ella residen unos 40.000 científicos e investigadores junto a sus familias. Los mejores cerebros de la antigua Unión Soviética y de la actual Rusia tienen aquí sus hogares. Este también es el histórico lugar donde se han promovido las políticas de apertura y el espíritu pionero «anti-burocrático».
Cuando dejó atrás Novosibirsk, Larsson cuenta que se introdujo en la región de las montañas de Sayán, conocida como la mayor productora de madera del mundo, a la que pertenece la ciudad de Krasnoyarsk. Enormes bosques de coníferas y alerces son el hogar de la tan famosa taiga rusa.