La estancia del pasaje en Manzhouli, la ciudad china más cercana a la frontera rusa, es vivida con cierto relax y surrealismo por parte del pasaje. Gradualmente, las estepas siberianas infértiles fueron reemplazadas por los tupidos campos de maíz chinos, mientras el tren bajaba hacia la Manchuria fértil.
Un cierto vacío interior invadió a Larsson cuando se percató de que el viaje estaba llegando a su fin. Después de 5.000 kilómetros, el transiberiano se detuvo en Beijing y Larsson sintió que la aventura terminó tan repentinamente como había comenzado, pero ahora entre 8 millones de ciclistas.