Crónicas de Larsson en el transiberiano Moscú-Pekín (II)

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Cuando se cumplió el quinto día de viaje y el escritor abrió sus ojos, la imponente estepa siberiana se plantó frente a ellos con colinas cubiertas de hierba y colores azul ultramar y gris de Payne. La interminable línea horizontal sólo se interrumpe con los postes de telégrafo.

De a poco el tren se fue acercando a la frontera entre Rusia y China, una de las más fortificadas y custodiadas del mundo. En 1969 hubo disparos entre las dos potencias sobre el río Ussuri, aunque estos incidentes no pasaron a mayores.

En la ciudad fronteriza de Zabaykalsk se puede cambiar la moneda y cenar en el restaurante de la estación. Los guardias chinos mostrarán mucha más disposición y menos rigidez cuando los pasajeros se predisponen a sacar fotografías o mientras se espera para el cambio de dinero. Además, en lo que a estómago se refiere, es probable que los gestores chinos nos ofrezcan té y galletas mientras esperamos.

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