Cuando somos inmaduros a nivel emocional, estamos llenos de deberes, obligaciones y exigencias con los demás. Hay quien nos sigue –a menudo más débiles que nosotros mismos- y otros que simplemente se van por otro camino negándose a bailarnos el agua, a satisfacer nuestras exigencias inventadas.
Entonces, nos enfadamos como cual niño pequeño que no consigue lo que quiere, empezamos a despotricar y a buscar culpables y culpas para fundamentarlo.
No seas un iluso desilusionado y deja de exigirte. Cada uno de nosotros tenemos un amplio abanico de ‘deberías’: Debería bajar 10 kilos, debería ir al gimnasio, debería no picar entre horas… Un debería no tiene encanto, ni ilusión. Un debería es una obligación.
Enfócalo desde un punto de vista más apasionante. No debes ir al gimnasio ni adelgazar para dejar de tener sobrepeso, elige ir al gimnasio y comer bien para tener mejor salud. En el caso de nuestro amigo Fran, no debe engordar para encontrar trabajo, ni pareja, ni gustarse a sí mismo. Debe gustarse tal y como es, o nunca llegará a gustarse.