Y así es, pues el simple hecho de de gemir, gritar, jadear, susurrar, ronronear, hablar, sin más, o repetir determinados mantras eróticos practicando sexo, puede ser utilizado para incrementar la energía sexual y el deseo.
El sonido, además de hacernos vibrar, es el vehículo de dos cuestiones muy importantes en las relaciones y la sexualidad: la música y la palabra. Según Guedón, la música entra en juego muchas veces antes incluso de que la pareja hable y el entorno acústico es importante a la hora de conocerse o intimar.
En lo relativo al cerebro y la mente, el sonido activa muchas áreas neuronales, algunas de ellas profundamente ligadas al sexo. «Existen terapias de sonidos específicas para provocar descargas hormonales que favorecen la función sexual o para estimular directamente ciertas zonas del cuerpo. Se trata de hacer vibrar el cuerpo con sonido, bien con la propia voz, bien con instrumentos musicales. Las vibraciones sonoras actúan sobre el sistema simpático y sobre las glándulas endocrinas, fundamentales en las emociones y la sexualidad. Además, si se combina con la respiración, se pueden hacer vibrar a voluntad determinados órganos y enviar la sangre a cualquier parte del cuerpo, incluidos los genitales», comenta Guedón.