Si esa necesidad de hidratación viene después de un entrenamiento, es probable que hayas agotado parte de los carbohidratos almacenados en el músculo.
La deshidratación también interfiere con los niveles de serotonina, la hormona «sentirse bien» y eso también puede desencadenar los antojos de azúcar.
- Mal aliento
Cuando no estás bebiendo suficiente agua u otros líquidos paralizantes, es más difícil para tus glándulas salivales mantenerse eficientes. Eso pone en riesgo tu salud bucal, porque cuanto más seca esté la boca, más fácil será para las bacterias florecer. Además de que tu aliento será desagradable, aunque tú no lo notes, pero seguro que las personas con las que interactúas lo tienen presente.
Las glándulas salivales emiten una corriente constante de humedad a la boca, lo que mantiene el paladar húmedo y minimiza el crecimiento bacteriano en la lengua.
- Fatiga, mal humor y poca concentración
Incluso los niveles leves de deshidratación pueden alterar el estado de ánimo, el nivel de energía y la función mental de una persona.