Para que nos entendamos: imagina que te apuntas a clases de bailes latinos. Es una variedad muy carnal, pasional y sentimental. Puedes aprenderte los pasos, pero hasta que no sientas de verdad este tipo de baile, y lo entiendas, no podrás practicarlo nunca. Con el sexo ocurre lo mismo: si no eres capaz de sentirlo, nunca serás un buen amante, lo sentimos pero es así.
Este es justo el problema que tienen los más jóvenes. Los hombres menores de 35 años, por norma general, bailan bajo las sábanas pero no sienten la música y mucho menos a su pareja. Saben los pasos y el desarrollo de la coreografía. Dominan la práctica pero les falla la técnica, y eso es justo lo más importante.
Los hombres maduros, que han pasado la barrera de los 40, entienden un poco mejor de qué va el tema. Saben tratar a una mujer, saben hacer el amor. ¿Su truco? El tiempo, la práctica y que son de la vieja escuela, aquella en la que el ‘sexo vainilla’ era la norma general. Actualmente, la creencia que abunda entre los más jóvenes (y los mayores que aún no han aprendido), es que con el simple hecho de dominar el Kamasutra y poner a la mujer de mil posiciones, te hace ser bueno en la cama, cuando más bien eso es solo un complemento.
Con ellas ocurre más o menos lo mismo. Según van cumpliendo años, las mujeres van disfrutando más de sus relaciones. De hecho, está constatado que es a partir de los 35 años cuando ellas tienen los mejores orgasmos de su vida. ¿Por qué no antes? Porque no han aprendido a disfrutar del sexo, en toda su amplitud.