La prolactina es la causante de que no deseemos hacer el amor después de eyacular
Hay determinadas zonas cerebrales que se “apagan” durante el orgasmo, como son las referidas a la encargada de pensar sobre nosotros mismos y la que origina nuestros miedos, así como la que sirve para prevenirnos de errores. Ello puede explicar la liberación que se origina después del coito, puesto que estaríamos libres de miedos, temores y expectativas, vivos (pero liberados) en el presente.
Después del orgasmo, el ser humano se siente satisfecho, una sensación que se origina después de recibir un chute de oxitocina, betaendorfinas y prolactina. Esta última es la que se encarga de la sensación de saciedad sexual, que explica por qué por mucho que nos lo propongamos, raramente sentimos ganas de seguir haciendo el amor inmediatamente después de eyacular. Cuando la gente se siente satisfecha sexualmente, hay una mayor actividad en la corteza orbitofrontal lateral: exactamente lo mismo que ocurre después de darnos un buen atracón de comida.