Aunque no todos se sienten a gusto intimando con su pareja con las legañas aún sin quitar. «Odio el aliento que tenemos nada más despertar. Me echa para atrás. Mi novio cree que soy muy quisquillosa porque le pido que antes de hacer nada vaya a lavarse la cara y los dientes, así que normalmente no solemos tener sexo por las mañanas porque no llegamos a un acuerdo», reconoce Paula (34 años, bióloga).
«No siempre tienen que terminar en una relación sexual. Se trata de momentos que pueden dar pie a un encuentro sexual breve o simplemente generar un mayor vínculo afectivo con la pareja»
En estos casos, la sexóloga Marta Ibáñez recomienda negociar y ceder: «Cada pareja tiene unas necesidades específicas. Lo más importante es estar descansados, a gusto y tener tiempo para intimar sin prisas ni presiones. Hay parejas que, por ejemplo, están más cómodas practicando sexo a la hora de la siesta».