Por eso, no es de extrañar que en alguna ocasión hayan tenido lugar exposiciones del pintor centradas exclusivamente entorno a este tema. Ya que muchas de sus obras muestran un alto contenido sexual sin ningún tipo de pudor: penetraciones, erecciones, felaciones, primeros planos, escenas de prostíbulo, etc.
A partir de 1936, Picasso fue marcando una nueva línea de desnudos con formas anatómicas más provocativas. Pero fue en su última etapa como pintor, de 1964 en adelante, cuando llevó esto al extremo, con la producción de unos grabados muy explícitos.
Destaca especialmente la serie “Rafael y La Fornarina”. En él se representa al pintor Rafael y su musa, manteniendo relaciones sexuales mientras les observa un tercer personaje. Pero este ejemplo solo es uno de tantos. Porque como ha quedado claro, el sexo en el arte está muy, pero que muy presente.