Sexo desenfrenado en la obra de Joan Semmel

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Harta, aburrida y -hasta el mismísimo coño- de aguantar la burla que se hacía de su género, Semmel cogió los pinceles y entre 1971 y 1973, dio vida a dos series eróticas que resonaron en todo el mundo cultural, más allá de La Quinta Avenida.
El resultado de su trabajo plasmó a la perfección la diferencia que existe entre lo que la mujer tiene permiso para expresar en esta sociedad y lo que realmente quiere decir. Dejó de lado la sensiblería tradicional femenina y recreó la verdad de los cuerpos, entrelazados, amándose y quemándose en una relación sexual tan natural como visceral.

Flip Dlop Diptych 1970 1971

Flip-Dlop Diptych, 1971
Cuando pintó la primera serie, se dejó llevar por la influencia del impresionismo abstracto con el que había experimentado en España. En la segunda, sufrió una evolución y convirtió la abstracción en realismo, pero sus formas no abandonaron la fuerza de la expresión y continuó usando colores potentes y no naturales para dar intensidad a las escenas.
Su obra grita a los cuatro vientos que el sexo es cosa de dos y que solo tiene valor cuando ambos se respetan como iguales. El cuerpo masculino pesa sobre el de la mujer, mientras las manos de ella rompen con los clásicos tabúes de lo moral y lo prohibido. De esta manera, Joan Semmel transforma al espectador en un voyeur que no puede evitar sentir excitación al observar como sus amantes se mueven.

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