Una de las conclusiones fue que, a diferencia de quienes no veían con demasiado interés irse a la cama con cualquier sujeto que no fuera pareja, los que sí recurrían al sexo ocasional experimentaban un mayor bienestar general en la vida. De ahí que, como aconseja la pieza elaborada por Abraham Riesman y Jesse Singal, que este hábito sea un posible recurso para reducir el estrés y aumentar la autoestima. “Cualquier encuentro erótico satisfactorio, ya sea sin compromiso o con la pareja estable, tiene todo tipo de beneficios, tanto a nivel orgánico como para el estado de ánimo. Equilibra y mejora los niveles de estrés, las endorfinas y la serotonina, entre otros”, afirma Ana Fernández Alonso, sexóloga y presidenta de la Asociación Asturiana para la Educación Sexual (ASTURSEX) y miembro de la Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología (AEPS).
Algunos estudios, como el del psicólogo Stuart Brody, han llegado a sugerir que quienes disfrutaban de relaciones sexuales completas tenían una mejor respuesta a las situaciones de estrés que se les presentaban en un periodo de tiempo relativamente corto; los sexólogos Beverly Whipple y Barry Komisaruk, por su parte, también descubrieron que la autoestimulación genital y vaginal de las mujeres hacia cotas de placer reducía su sensibilidad al dolor, relacionando así el orgasmo con un aparente efecto analgésico; y el mismo Brody publicó una amplia revisión de la literatura científica que enumeraba, uno detrás de otro, los muy diversos beneficios de la actividad sexual sobre la salud.