Cuando Gwyneth Paltrow entrevistó al psicoanalista y experto en sexología Paul Joannides y le preguntó sobre los entresijos del sexo anal para su web Goop, él hizo mucho hincapié en la importancia de entrenar los músculos del esfínter para relajarlos y facilitar la penetración. Esto se debe a que los músculos «tienen un reflejo automático si los aprietas desde fuera». Además, no conviene escatimar en lubricante, ya que el ano no lubrica de forma natural igual que la vagina. El Servicio Nacional de Salud de Reino Unido (NHS) recomienda usar un lubricante a base de agua, que se vende en farmacias.
5. Puede que a ti te apetezca por motivos muy diferentes a los de tu pareja.
Un estudio publicado en la revista médica BMJ Open trató de ahondar en los motivos por los que los hombres y las mujeres heterosexuales practican sexo anal, y descubrieron que sus razones eran diferentes. Mientras que los hombres solían recurrir al sexo anal por placer y por la hazaña sexual como macho, las mujeres mencionaban el miedo al dolor físico y a la mala reputación, y decían hacerlo por dar placer a su pareja. Qué decepción.