Porque ese es el segundo factor, la música. Una banda sonora simple y mimetizada con las imágenes que enmarca y una cuidadísima selección de temas (a cargo de T-Bone Burnett, ex guitarrista de Bob Dylan y legendario productor) que incluye a Kris Kristofferson, The Black Angels, Steve Earle y un largo etcétera, acentúan la sensación de estar metidos de lleno en lo más profundo de Luisiana y redondean el producto final para convertirlo en lo que es, la mejor serie del año y, sin duda, una de las mejores de la historia.
Una afirmación que la incógnita de una segunda temporada no pone en duda, ya que cada temporada es auto conclusiva y con diferentes actores. Así que podemos esperar la próxima entrega con la calma de que ya nada puede estropear esta obra de arte.