Como todas ellas, True Detective se excusa en la investigación de unos asesinatos para realizar una radiografía sobre el alma humana, utilizando como sujetos de ensayo a sus dos protagonistas, los detectives Rustin “Rust” Cohle (Matthew McConaughey) y Martin Hart (Woody Harrelson).
Luisiana, 2012. Los dos detectives mencionados (ya retirados de la policía) son interrogados a raíz de unos crímenes que recuerdan poderosamente al modus operandi de un asesino en serie al que ellos dieron caza entre los años 1995 y 2002, cuando formaban parte de la División de Investigaciones Criminales de la Policía Estatal.
A medida que ambos van rememorando todo lo acaecido vamos descubriendo sus orígenes, sus personalidades y el caso que se desvivieron por resolver, mientras somos testigos de cómo todo eso afectó a sus vidas y del motivo por el cual deben afrontarlo de nuevo diez años después.
Al mismo tiempo, la serie nos ofrece también un análisis del estilo de vida de una región tradicionalmente asociada al clásico “white trash” estadounidense, el sur profundo cuyo imaginario ha inspirado a cineastas como Tobe Hooper, Wes Craven o Rob Zombie para dar vida a algunos de los asesinos más famosos del celuloide y cuya influencia también se deja notar en True Detective.