Soderbergh, quien por cierto ha dirigido todos los episodios de la primera temporada, utiliza The Knick para, además de narrar el día a día del hospital y los conflictos tanto médicos como raciales que en él ocurren, mostrar las corruptelas de la sociedad de Nueva York de la época y sus vinculaciones con la mafia, muy al alza por entonces y camino del gran esplendor de los años 20.
Todo regado con sangre, mucha sangre, proveniente de los pacientes del hospital (sin ser gratuita, ya que en realidad una intervención en esa época debía ser un espectáculo) y varios interludios lisérgicos a cargo del personaje de Owen, que vive entre quirófanos y opiáceos para brindarnos algunas de las escenas más logradas.
Rodada con un estilo visual elegante y aderezada por la banda sonora de Cliff Martinez (los amantes del rock psicodélico lo conoceréis por haber sido el último batería de Captain Beefheart and his Magic Band, los demás por haber sido uno de los primeros miembros de Red Hot Chili Peppers) que otorga al conjunto una sensación de atemporalidad a pesar de su ambientación, The Knick es la propuesta más valiente y arriesgada ambientada en un hospital que yo haya visto (además de Masters of Sex, por supuesto) y merece desde ya un puesto de honor entre las series actuales.