Imagino que será porque nos vemos reflejados en el personaje de Chapman, una chica de clase media que se ve inmersa en una realidad que nunca podría haber imaginado y que hace todos los esfuerzos posibles para adaptarse como puede.
El trabajo de las actrices es realmente fantástico, junto a un guión que va de menos a más y que te atrapa a mitad de temporada. Quizás el elemento que más sobra es el personaje del novio de Piper, el encasilladísimo e insufrible Jason Biggs (sí, el pajillero de American Pie), aunque por suerte no aparece demasiado en la serie.
Sin duda fue uno de los estrenos más destacados de la pasada temporada televisiva en EE UU y podemos confirmar que esta segunda temporada da un pasito más para reafirmar la excelencia de esta serie.
Vale la pena verla y conocer con detalle la realidad de las cárceles de mujeres en Estados Unidos, un mundo sorprendente.