Pese al esfuerzo por concienciarse de que sólo se trata de 12 meses, un aparentemente breve parón en su vida, la dura realidad de la prisión se le empotrará en plena cara con toda su crudeza.
La hostilidad hacia la chica blanca, todas las incomodidades imaginables (y más en un mujer de lo más finolis), y por si fuera poco, la presencia de su ex traficante lesbiana en el mismo centro penitenciario en la que está encarcelada, configuran un coctel explosivo para la primera temporada de la serie.
Poco a poco Piper irá comprendiendo las reglas no escritas de la vida en prisión, soportando como pueda una de las peores torturas de la cárcel, el tedio absoluto y la lentitud temporal inacabable.
A media que pasan los capítulos se van construyendo las relaciones entre los personajes, muchos de los cuales nunca imaginarías que pudieran congeniar, hasta construir un extraño cosmos interior en el que nos acomodamos desde nuestro sofá con una facilidad sorprendente.
