Crematorio es retrato perverso de la cultura del pelotazo que imperó hasta hace bien poco en nuestras costas. Un desfile de personajes reconocibles para todos nosotros y que tantas páginas de periódicos siguen ocupando.
El constructor von vivant dispuesto a realizar su último gran proyecto, la jovencísima esposa alicatada en Louis Vuitton, el concejal de urbanismo pelele, el mafioso de turno para sus empresas paralelas y su matón particular, Sarcós.
Ruben Bertomeu ha tejido junto a su abogado Zarrategui una espesa red de confidentes, enchufes y contactos que forman el engranaje perfecto de la máquina de hacer dinero que tienen instalada en este levante imaginario.
Pero como en todo mecanismo cuando falla un pequeño tornillo todo la estructura se viene abajo de repente. Esto hará que caiga la ficticia fachada de emprendedor de éxito que tanto le había costado cimentarse al señor Bertomeu y con él su familia.
Rodada prácticamente toda en exteriores, algo muy poco habitual en nuestras producciones televisivas, el certero trabajo de realización le da un plus de verosimilitud a la historia, ya de por sí muy creíble.