American Horror Story, serie creada por Ryan Murphy y Brad Falchuk, es un claro ejemplo de lo que acabamos de comentar. Su título da a entender que se trata de clásicas historias de terror americanas, pero hasta donde yo puedo llegar, cuando al otro lado del charco ni siquiera existían las casas propiamente dichas, en Europa ya estábamos hartos de leyendas sobre fantasmas que corrían por mansiones ululando de forma desbocada entre choques de cadenas y lamentos inconsolables.
Una vez dicho esto, American Horror Story mola. Y mola por lo que ya hemos dicho, porque adapta clásicas leyendas de terror americanas con origen claramente europeo y, sin aportar grandes novedades, ofrece tensión, angustia y diversión a raudales. No le hace falta revolucionar el género, le basta con tener claro qué debe ofrecer a su audiencia y servirlo caliente y en plato de porcelana.
La serie consta de tres temporadas independientes y auto conclusivas y el reparto repite en cada una de ellas, salvo contadas excepciones. En la primera, titulada Muder House, una familia se traslada a vivir a una mansión con un historial la mar de interesante de crímenes sin resolver. Total, un refrito de Terror en Amityville, House o El Resplandor, que tiene su punto fuerte en los personajes y como se relacionan entre ellos. Poca cosa, podríamos decir. Pero no. El conjunto viene servido con elegancia, bastante mala leche y algunos puntos de humor negro salpicados con inteligencia. Y Jessica Lange. Porque esta mujer, por si sola, ya merecería el esfuerzo.