La última fiesta que se ha puesto de moda en la ciudad de Nueva York se llama «Daybreaker» y tiene lugar entre semana de 7 a 9 de la mañana, justo antes de entrar a trabajar. A diferencia de un afterhours, no se sirve ni una gota de alcohol, sino tés, cafés o barritas de cereales.
«Estábamos un poco frustrados con la noche neoyorquina tradicional y por eso decidimos crear una noche diferente», declaran Matthew Brimer y Radha Agraval, emprendedores e ideadores de la que consideran «la mejor mañana posible».
El ambiente, aunque no haya alcohol y después se tenga que acudir al trabajo, es el de un auténtico sábado noche. El dj holandés Álex Cruz se encarga de las sesiones de música, mientras los asistentes queman la pista de baile. «Hay toda una ciencia detrás del baile. Das y recibes energía», aseguran sus creadores.
De momento, ya han montado dos fiestas en distintos locales de la ciudad y está previsto que se lleven a cabo cada dos semanas. Con una afluencia de más de 400 personas, el target responde al prototipo de profesional de éxito, en forma y con buena presencia de Manhattan, de edades comprendidas entre los 25 y 35 años. La entrada cuesta 25 dólares.