En 2014, cuando tenía 20 años, pensaba que no sería posible su curación. «Si no fuese por mis padres y mi pareja no seguiría viva», añadía. Finalmente, tras siete años de dura lucha, Gemma fue saliendo poco a poco adelante hasta que a mediados de 2015 los médicos y psiquiatras aseguraron que había superado la pesadilla.