Reducir el consumo de azúcar, aumentar el ejercicio físico, dejar de fumar y evitar el estrés, son cambios que ayudan a bajar la presión arterial.
¿Sabías qué?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda reducir el consumo de azúcares libres (el azúcar en el café, los postres, la comida precocinada, etc.) a menos del 10% de la ingesta calórica total. Eso equivale a no más de 50 g de azúcar al día (unas 10 cucharaditas) para un adulto medio. Pero, obviamente, ¡menos es siempre mejor!
3. Previene la diabetes
Un metaanálisis publicado por la revista Diabetes Care confirma que el consumo regular de bebidas azucaradas (dos o más porciones de refrescos, zumos, bebidas energéticas y tés helados) aumenta el riesgo de síndrome metabólico (un conjunto de síntomas relacionados con el metabolismo que ocurren al mismo tiempo) y de desarrollar la diabetes tipo 2. Lo mismo ocurre con los alimentos que contienen azúcares añadidos: terminas desarrollando una resistencia incrementada a la insulina, por lo que el azúcar no puede acceder a las células. En consecuencia, aumenta la presión arterial.