Tómate cinco minutos y piensa: de los alimentos que has comido hoy, ¿cuántos no han sido alterados químicamente? Seguramente encuentres que muchos de ellos ya han sido procesados, es decir, que su sabor y propiedades naturales se han modificado con alguna finalidad, como, por ejemplo, extender su vida útil o hacerlo más dulce.
No te condenes por ello. No es tan sencillo hoy encontrar alimentos que no hayan sido alterados de alguna manera; y nuestro ritmo de vida a menudo también puede hacernos escoger alimentos no tan saludables porque son más fáciles de encontrar.
El problema es que en el procesado de los alimentos se incorporan a ellos sustancias como el ftalato de bencilo y butilo (BBP) que, aunque está prohibido en Europa en los juguetes para niños y el esmalte de uñas (ya que se considera que es carcinógeno, mutágeno o tóxico para la reproducción) , puede encontrarse en los alimentos y hacer que las personas aumenten de peso de manera silenciosa.