Veamos qué tienen que decir en ‘AskMen‘ (“aprende a ser un mejor hombre” es su lema) sobre el tema. “Piensa en el cosquilleo que sientes en tu estómago cuando estás sorprendido, se levanta un poco de brisa o te asustas”, anima el articulista. “Estos cosquilleos proceden de un movimiento en tus terminaciones nerviosas, y cuando el objetivo es el punto G de tu cuerpo, estás ejerciendo presión en la parte más sensible”. Su consejo a la hora de explorar en nuestro cuerpo es ir con cuidado. ¿Hasta dónde? “Detrás de la pared anal en el lado de tu ombligo (entre dos y cuatro pulgadas desde el esfinter)”.
Una recomendación habitual es comenzar a investigar en los misterios del punto G por nuestra cuenta para conocer nuestros límites. Está al alcance de nuestra mano (valga la redundancia). Y parece ser que el tema da para mucho: hasta hay un libro sobre el tema titulado ‘La guía definitiva para el placer de próstata’ escrito por el doctor Charlie Glickman y Aislinn Emirzian, que promete “trucos útiles sobre masajes, posiciones, ‘pegging’, juguetes y más”. La utilización de juguetes y lubricante puede ser particularmente útil a la hora de experimentar nuevas sensaciones.
Experimentando con el deseo
Todo muy bonito, pero como sugiere un artículo sobre el tema recientemente publicado en ‘The Guardian‘, durante mucho tiempo esta clase de prácticas han sido consideradas como tabú. Como recuerda el periodista y locutor Gareth McLean, “los traseros, meter cosas en ellos, y el placer derivado de tal actividad era considerado ‘gay’”. Si no se ha explorado más esta vía de placer es porque era considerado algo propio y exclusivo de homosexuales. ¿Recuerdan la soez reafirmación de virilidad de Luis Aragonés? “No me cabe por el culo ni el pelo de una gamba”.