Prueba del Mazda 3 Sedan

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Hablamos ahora de las cualidades dinámicas del Mazda 3 Sedan 2.2d Luxury de 150 CV y no tenemos más remedio que tirar de continuismo con la línea que venimos siguiendo tras hablar de diseño, exterior e interior. Mazda es como Ford, que a igualdad de segmento con otras marcas generalistas, siempre tira un poco más hacia la deportividad con suspensiones un puntito más firmes que sus rivales, y eso se agradece, sobre todo cuando al volante se sienta alguien al que no le hace ascos la deportividad. Esto no quiere decir que sea incómodo o que no esté capacitado para ser confortable en ciudad o en conducción tranquila, ni mucho menos. En la urbe cumple a nivel suavidad y amortiguación en baches y badenes, mientras que en carretera de curvas tendrá un poco más de feeling deportivo y se disfrutará más de este tipo de conducción.

En ciudad, el sistema automático de parada y arranque del motor en esta unidad funciona con más normalidad de la que comprobamos recientemente en el CX-5, dónde la parada del motor no solía durar más de 20 segundos. Aquí todo es más habitual y no hay asincronías raras. En autovía, sacrificando mínimamente un poco de confort, comparándolo con el Mazda 6, disponemos de una capacidad rutera sobresaliente para una berlina derivada de un compacto. Si no tuviera por encima al 6, podría ser la berlina grande de Mazda sin problemas. A velocidades legales es una delicia, podemos conducir durante horas sin que haya fatiga adicional en nuestro cuerpo.

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