El volante multifunción es de lo mejorcito del mercado. Todo bien rematado, mucho botón pero todos útiles, bien por la velocidad de crucero adaptativa, dispositivo de coches mucho más caros y marcas más exclusivas, y sus puntadas de hilo rojas que le dan un toque deportivo a este puesto de conducción, que nos hacen salivar pensando en una mecánica para su hermano el hatchback en plan MPS, siglas que en la marca hablan mucho y muy bien de deportividad.
Nos fijamos ahora en salpicadero y consola central y seguimos afianzando nuestra opinión de la buena factura, tanto visual como táctil, que tiene Mazda en los acabados de este coche y, en general, de toda su gama. Habrá alguno que diga que estaría fenomenal que la pantalla del navegador se pudiera esconder, pero bueno, no hubo muchas críticas con los primeros Mercedes Clase A o B, así que sería sorprendente que hubiera críticas ahora. Casi minimalista, es una consola muy limpia, definida, con los aireadores bajo el navegador, y un poco más abajo el sistema de climatización, muy rápido y eficaz. Sigue un buen hueco para dejar el móvil, monedas, la cartera o lo que veas, y estamos ya con la palanca del cambio, manual, de seis velocidades, también con pespuntes rojos en el cuero negro. Al lado, los mandos que activan los sistemas de navegación y audio, fáciles de utilizar. Dos huecos para dejar las bebidas, terminan de separar los dos asientos delanteros, junto a una guantera con reposabrazos de lo más práctica.