Sabiendo ya que conducimos el Mazda 3 Sedan más potente, con el acabado más alto y un buen puñado de extras, podemos calibrar verdaderamente los materiales, acabados, diseño de los mismos y todo el habitáculo en general. Y la verdad, es que sin desmerecer los acabados más sobrios, vale la pena invertir a veces unos cuantos euros para conseguir un entorno ‘de trabajo’ tan equilibrado, completo y bien resuelto como el que tiene este nipón.
Nos sentamos en el lugar más privilegiado del 3 Sedan, el asiento del conductor, y observamos frente a nosotros un cuadro de mandos que, sin ser espectacular, nos gusta por diseño, funcionalidad y practicidad. El truco es huir de las múltiples esferas, más grandes o pequeñas en función de la importancia, y apostar por una sola grande, centrada, muy al estilo moto o coches deportivos, con un tacómetro analógico que además posee un vistoso aro rojo, con una pequeña ventanita para la velocidad en grafismos digitales. A la izquierda un TFT con información sobre el cambio de marcha o la marcha engranada, además de los trip, mientras que en la derecha aparece el nivel de combustible y los datos del ordenador de a bordo, muy coherentes. Lástima que todo lo empañe el botoncito del odómetro, al que se accede metiendo la mano por dentro del aro y que no es la mejor situación del mundo, ni mucho menos.