¿Para qué sirve la propiocepción?
Pongamos un ejemplo. Luis llegaba tarde al trabajo, bajaba las escaleras de su casa con demasiada prisa y en el penúltimo escalón observó como su pisada no fue la correcta y su tobillo se desvió hacia afuera. De manera instantánea sin llegar a doblarse el mismo pie volvió a su posición natural sin ninguna consecuencia.
Sin que Luis fuera consciente sus receptores profundos del ligamento peroneo astragalino anterior avisaron al cerebro antes de lesionarse para que este enviase la información de corregir la posición del tobillo.
¿Para qué trabajar el sistema propioceptivo?
Una vez la lesión se ha producido, los receptores no funcionarán como es debido. Un fallo en la maquinaria producirá que los controladores aéreos no puedan ejercer sus funciones con eficacia y las órdenes que envíen no serán tan exactas como lo eran antes.
Y esta es la razón con mayor peso que explica las frecuentes recidivas después de una lesión. No solamente se debe trabajar el tejido dañado si no que también debemos entrenar a nuestros receptores para que envíen de nuevo información útil de la manera más rápida posible.