Pero no, nuestro organismo no funciona exactamente así. La grasa está almacenada en forma de triglicéridos y para usarlos debemos movilizar la grasa, o lo que es lo mismo, romperla en tres ácidos grasos y una molécula de glicerol y dicha ruptura la ha regulado la hormona HSL (Hormona Sensible Lipasa).
Sobre la HSL actúan por un lado la insulina, que inhibe la movilización de la grasas, y por otro lado la adrenalina y la noradrenalina (catecolaminas), que la promueven.
Una vez liberados los triglicéridos, se asocian a la proteína albúmina y se transportan por el riego sanguíneo hasta llegar a un tejido donde puedan ser utilizados, bien como energía o bien de nuevo como tejido adiposo (grasa). Para que se usen como energía deben entrar en las mitocondrias celulares mediante una enzima llamada CPT y ser usados como «combustible».
La realidad del cardio en ayunas: movilización y utilización
Es cierto que el cardio en ayunas produce mayor movilización (ruptura) de grasa de los adipocitos respecto al cardio después de comer, pero la clave aquí es que el factor limitante real de la quema de grasa es la utilización, no la movilización.