Ampliar los horizontes
Juegos de rol y de poder, restricciones físicas, fetichismo, voyerismo, exhibicionismo… el kink engloba fantasías muy antiguas y muy anteriores a la moderna moda del poliamor. La combinación de ambas permite que el abanico de posibilidades sea inmenso, fundamental para que las personas no caigan en el aburrimiento y la desgana por las relaciones y el sexo.
Tras esta tendencia se ocultan valores muy íntimos y profundos. Los individuos que practican el poliamor-kink son creativos y emprendedores
No se trata, ni mucho menos, de dar rienda suelta a las perversiones. Es importante destacar que si en la palabra poliamor está incorporado el término “amor” es porque la propuesta no elude la intimidad emotiva, además de la física, que existe entre los amantes. Como en cualquier relación tradicional, la comunicación y la transparencia son fundamentales en los sujetos que deciden establecer una relación de estas características. Algunos expertos como la sexóloga Rachel Klechevsky aseguran que “de hecho, las relaciones poliamorosas son más fuertes debido a los constantes esfuerzos de los amantes para contribuir a mantener el amor en la relación. Aunque esto sea un componente de gran presión, se trabaja duramente para no dar al compañero por descontado”.
En la misma línea Chiara Simonelli, psicóloga y sexóloga, explica en un artículo para ‘l’Espresso‘: “Las relaciones consensuadas son la característica básica de los estilos kink y poliamoroso. Sin esta premisa, las interacciones asociadas al kink podrían ser interpretadas como meros abusos y el poliamor como simple infidelidad”.