La zona del ombligo es el centro de la energía del cuerpo. Al estimularla el cuerpo empieza a irradiar calor y lo transmite a todo el cuerpo. Acariciándola con las temas de los dedos desde la cintura hacia el ombligo –suavemente y sin hacer cosquillas en el caso de que las hubiera– podemos excitar poco a poco a la otra persona.
Usar la cara y la boca para estimular la zona intensificará las sensaciones e irá convirtiendo la sensación de placer agradable en un deseo carnal.
3. Los pliegues de la piel
Las rodillas, los codos, los antebrazos, las muñecas… ¿Se te habían pasado por alto estas zonas? Pues acariciarlas y estimularlas, tanto con suaves movimientos de las yemas de los dedos como con los labios e incluso con la lengua –controlando los excedentes de saliva– pueden dar un placer inesperado.
Usar la cara y la boca para estimular la zona intensificará las sensaciones e irá convirtiendo la sensación de placer agradable en un deseo carnal