Bastante más lejos de la indescriptible Asturias, entre Albacete y Ciudad Real, se muestra el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera. Un conjunto de lagunas junto al embalse de Peñarroya, que se conectan unas con otras mediante cascadas y arroyuelos. Cervantes citó el paraje calificándolo de “inolvidable”.
Muy cerca de la capital, las frescas aguas de las Presillas de Rascafría conquistan el territorio serrano sobre el cauce del río Lozoya. En el Valle del Paular, se erige como destino obligado de miles de madrileños en época estival.
En Ibiza, un destino turístico por excelencia por sus afamadas playas, también podemos disfrutar de las piscinas naturales de Sa Pedrera. Conocidas también como Atlantis, permanecieron ocultas y desconocidas durante decenios, sobre todo por su difícil acceso, pero hasta el mismo camino para llegar nos despertará todos los sentidos.
Como si de un paisaje selvático amazónico o caribeño se tratase, la piscina natural del Parque Natural de Els Ports en Tarragona, es el premio para nuestros ojos que la roca calcárea del río Algars nos ha regalado. Fuente de agua natural cristalina, destaca por su profundidad, su considerable superficie, y el adorno de una cascada de pintura. Podemos acceder a este rincón de película en bicicleta o con un coche preparado para la montaña.